¿Alguna vez te has encontrado buscando un destino que combine historia, naturaleza y gastronomía sin las aglomeraciones de los lugares turísticos más conocidos? Pues déjame contarte sobre Celanova y Orense, dos joyas gallegas que te van a dejar con la boca abierta. Te lo digo yo, que después de recorrer media España, me topé con estos rincones casi por casualidad y acabé enamorado hasta las trancas. En este viaje te llevaré por monasterios milenarios, aguas termales, cascos históricos y paisajes de ensueño que parecen sacados de una película de fantasía. Así que prepárate, porque vamos a descubrir juntos uno de los secretos mejor guardados del noroeste español.
Celanova: Donde el tiempo se detiene
Imagínate un pueblo pequeñito, con menos de 6.000 habitantes, pero con tanta historia que te va a costar creer que no es más famoso. Eso es Celanova. La primera vez que puse un pie allí, pensé: "vale, será otro pueblo más". ¡Menuda sorpresa me llevé!
El Monasterio de San Salvador: Una joya del barroco
Nada más llegar al centro del pueblo, te encuentras con él: el imponente Monasterio de San Salvador. Te lo juro, es de esos sitios que te dejan sin palabras. Fundado en el siglo X por San Rosendo (un nombre que escucharás mucho por allí), este edificio es una auténtica clase magistral de arquitectura barroca.
La fachada ya impresiona, pero espera a entrar... Su claustro es una maravilla de proporciones perfectas, con arcos que parecen dibujados por un arquitecto obsesionado con la simetría. Y la iglesia, con esos retablos dorados y su órgano histórico, te hace sentir como si hubieras viajado en el tiempo.
Lo mejor es que puedes recorrerlo tranquilamente sin las colas ni las prisas de los monumentos más turísticos. A mí me tocó un guía local que se sabía hasta el último detalle y anécdota, lo que hizo la visita mil veces más interesante. ¡Ah! Y no te pierdas la pequeña capilla mozárabe de San Miguel, considerada una de las joyas del prerrománico español. Es tan pequeñita que casi podrías pasarla por alto, pero créeme, vale la pena buscarla.

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Callejeando por Celanova
Después del monasterio, lo que más me gustó fue simplemente perderme por sus calles empedradas. El casco histórico de Celanova tiene ese encanto de los pueblos gallegos auténticos, con casas de piedra, balcones floridos y plazuelas que invitan a sentarse en una terraza a tomar un café o, mejor aún, un licor de hierbas casero.
La Plaza Mayor es el centro neurálgico, siempre con algún local charlando o algún niño corriendo. Los jueves hay mercado, y es una pasada ver cómo los agricultores de la zona traen sus productos. Compré unos pimientos que estaban para morirse y un queso que... madre mía, todavía sueño con él.
A pocos pasos de la plaza encontrarás la casa natal de Manuel Curros Enríquez, uno de los poetas gallegos más importantes. Aunque no seas fan de la poesía, la casa museo merece una visita rápida para entender un poco más del alma cultural de este lugar.
Gastronomía celanovesa: Un festín para los sentidos
¿Y qué me dices de la comida? Porque, vamos a ver, no se puede hablar de Galicia sin mencionar su gastronomía. En Celanova cocinan como los ángeles. Hay varios restaurantes tradicionales donde puedes probar platos típicos a precios que te van a sorprender (para bien).
El pulpo á feira está para chuparse los dedos, pero también tienes que probar el caldo gallego, las empanadas y, si vas en temporada, no te pierdas los platos de caza. Yo caí en un restaurante llamado O Palacio (pregunta por él, cualquiera te indicará) donde me sirvieron un jabalí estofado que casi me hace llorar de la emoción.
Y para postre, las filloas con miel o el queixo con membrillo. Todo esto regado con un buen Ribeiro, porque estamos en tierra de vinos excelentes.

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Orense (Ourense): La ciudad de las aguas termales
A solo 25 kilómetros de Celanova se encuentra Orense, o Ourense como dicen los locales. Es la capital de la provincia y una ciudad con mucho más movimiento, pero que mantiene ese encanto gallego que te atrapa.
Las Burgas: Aguas que curan cuerpo y alma
Lo primero que tienes que hacer en Orense es visitar Las Burgas. Son fuentes de agua termal en pleno centro de la ciudad, ¡y salen a más de 60 grados! Desde tiempos romanos se conocen sus propiedades medicinales, y todavía hoy verás a gente local llenando garrafas para llevarse a casa.
Hay tres fuentes principales: la Burga de Arriba (la más antigua), la Burga del Medio (con un diseño neoclásico precioso) y la Burga de Abajo (la más moderna). Puedes meter las manos en algunas de ellas y sentir esa agua calentita que surge de las entrañas de la tierra. Es una sensación curiosa estar en pleno centro urbano y experimentar este fenómeno natural.
Si te animas a una experiencia más completa, te recomiendo las Termas de Outariz, a las afueras de la ciudad. Son piscinas termales al aire libre, junto al río Miño, donde puedes pasar horas relajándote entre aguas mineromedicinales. Yo fui un día de ligera llovizna (típico de Galicia) y la sensación de estar sumergido en agua caliente mientras caían gotitas frías en la cara fue simplemente mágica.
El Casco Histórico: Un viaje al pasado
El centro histórico de Orense es una delicia para pasear. La Catedral de San Martín es impresionante, con su Pórtico del Paraíso que muchos comparan con el famoso Pórtico de la Gloria de Santiago, pero sin las colas ni las restricciones. El Cristo que alberga tiene una historia fascinante que cualquier orensano te contará con pasión.
La Plaza Mayor y sus calles adyacentes están llenas de tiendas, cafeterías y restaurantes. Me encantó descubrir que hay una ruta de vinos urbana por vinotecas y bares donde puedes probar diferentes Ribeiros y Ribeira Sacras. ¡Una forma genial de conocer la cultura vinícola de la zona sin salir de la ciudad!
No dejes de visitar el Puente Romano (aunque la versión actual es medieval, pero todos lo llaman romano) que cruza el Miño. Las vistas desde allí son espectaculares, especialmente al atardecer. Y si tienes suerte y coincide con alguna festividad local, podrás ver cómo iluminan el puente y la catedral, creando una estampa de cuento.
Comerse Orense: Tapeo y mercados
Una de las cosas que más disfruté en Orense fue su cultura de tapeo. La zona de Os Viños es un conjunto de callejuelas donde los bares compiten por ofrecer las mejores tapas. Por el precio de una bebida (que ronda los 2€), te sirven tapas generosas que pueden perfectamente sustituir una comida.
El Mercado de Abastos también merece una visita. Es un edificio modernista donde encontrarás los mejores productos frescos de la zona. Los puestos de quesos y embutidos son una tentación constante, y los vendedores suelen ser muy generosos con las degustaciones. Yo acabé comprando un chorizo casero que alimentó mis tostadas durante semanas después del viaje.

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Alrededores: La Ribeira Sacra y más maravillas
Si dispones de unos días, te recomiendo alquilar un coche y explorar los alrededores. La zona de Celanova y Orense está rodeada de paisajes que te dejarán sin aliento.
La Ribeira Sacra: Viñedos colgados sobre el río
A menos de una hora en coche se encuentra la Ribeira Sacra, una de las zonas vitivinícolas más espectaculares del mundo. Los viñedos están plantados en terrazas escalonadas sobre los cañones del río Sil, creando un paisaje único que algunos llaman "la viticultura heroica".
Puedes hacer un paseo en catamarán por el río para admirar estos cañones desde abajo. La perspectiva es impresionante y entiendes por qué los romanos ya cultivaban vino aquí hace dos mil años, y por qué los monjes medievales continuaron la tradición.
Visitar alguna bodega es imprescindible. Muchas ofrecen tours y catas con vistas increíbles. El vino de la Ribeira Sacra tiene personalidad propia: tintos con cuerpo pero frescos, perfectos para acompañar la gastronomía local.
Allariz: El pueblo más bonito
Otro pueblo que no puedes perderte es Allariz, considerado uno de los más bonitos de España. Su casco histórico está perfectamente conservado, con casas nobles de piedra y un río que lo atraviesa lleno de antiguos molinos restaurados.
Allariz es famoso por sus tiendas de ropa y complementos, especialmente de la marca Adolfo Domínguez, que tiene allí sus orígenes. Es un lugar perfecto para comprar algún recuerdo de diseño o pasar una tarde tranquila paseando entre sus calles medievales y jardines junto al río.

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Consejos prácticos para tu viaje
Después de mi experiencia, aquí van algunos consejos que te pueden ser útiles:
Cuándo ir: El secreto está en el tiempo
La mejor época para visitar Celanova y Orense es entre mayo y octubre. En verano hace calor pero no sofocante, y las noches son frescas y agradables. Septiembre es mi mes favorito porque los bosques empiezan a teñirse de colores otoñales, hay menos gente y todavía se disfruta de buen tiempo.
El invierno no es mala opción si buscas tranquilidad absoluta, aunque tendrás que lidiar con la lluvia gallega. Eso sí, un baño termal en invierno tiene un encanto especial.
Cómo moverte: Libertad sobre ruedas
Aunque hay transporte público entre Orense y los pueblos cercanos, te recomiendo alquilar un coche. La región tiene rincones maravillosos fuera de las rutas habituales que merecen ser descubiertos. Además, las carreteras están en buen estado y no hay mucho tráfico.
Si prefieres no conducir, Orense está bien conectada por tren con Madrid, Barcelona y otras ciudades importantes. Desde allí puedes contratar excursiones organizadas a los puntos de interés cercanos.
Dónde alojarse: Opciones para todos los gustos
En Celanova hay algunas casas rurales encantadoras donde la hospitalidad gallega brilla con fuerza. Yo me alojé en una con chimenea y jardín propio que me costó menos que un hotel mediocre en Madrid.
En Orense tienes más opciones, desde hoteles de cadena hasta hostales familiares con mucho encanto. Existe incluso un balneario-hotel donde puedes disfrutar de las aguas termales sin salir del alojamiento.
Una opción interesante es dividir tu estancia: unos días en la tranquilidad de Celanova y otros en la más animada Orense, así experimentas lo mejor de ambos mundos.

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Mi conclusión: Un viaje que repetiré
Después de recorrer Celanova, Orense y sus alrededores, me quedé con esa sensación agridulce de haber descubierto un lugar maravilloso que no quieres que se masifique, pero que a la vez te gustaría que más gente conociera para que siga prosperando.
Es un destino perfecto para quienes buscan la autenticidad de la España profunda, con su patrimonio histórico, su naturaleza exuberante y su gastronomía de kilómetro cero. Todo ello servido con esa hospitalidad gallega que te hace sentir como en casa desde el primer momento.
Celanova y Orense representan lo mejor de Galicia lejos de los circuitos turísticos más trillados. Un lugar donde puedes disfrutar sin prisas, donde la gente todavía se para a charlar en la calle, donde la comida sabe a comida y donde el tiempo parece transcurrir a otro ritmo.
Así que ya sabes, si quieres vivir una experiencia auténtica en un rincón todavía por descubrir, haz las maletas y pon rumbo a estas tierras orensanas. Te prometo que volverás con la mochila llena de recuerdos y, probablemente, con unos kilitos de más por culpa de su gastronomía. Pero te aseguro que habrá valido la pena cada caloría.
¿Te animas a descubrir este tesoro gallego?

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