La Torre de Hércules en los años 50 y 60 debía de ser una imagen muy diferente a la que conocemos hoy. Aunque es el único faro romano en funcionamiento y Patrimonio de la Humanidad desde 2009, en esa época el reconocimiento aún no había llegado, y era más bien un símbolo local.
En los 50, la Torre de Hércules no estaba rodeada de las áreas verdes ni el paseo marítimo que ahora conocemos; estaba más aislada y era prácticamente un lugar que atraía a los coruñeses, especialmente para días especiales o excursiones. Los alrededores estaban aún en proceso de urbanización, y la ciudad apenas comenzaba a crecer en esa dirección.
Durante los años 60, con el boom turístico que llegó a España, la torre empezó a ganar más reconocimiento entre visitantes extranjeros. Sin embargo, la promoción como atractivo turístico no alcanzó su auge hasta mucho después. Durante esta época, el acceso estaba menos regulado, y la protección del monumento tampoco era tan rigurosa como en la actualidad.